A veces, hay cosas en nuestras vidas, que son propias, que son nuestros propios miedos, nuestras propias dudas, que no nos dejan ser, y que no le encontramos explicación sin antes pasar por un período de crecimiento. Y en ese período, seguramente caeremos en la tentación de resignarnos a la imposibilidad de hacer tal o cual cosa, seguramente caeremos en el pozo de la desconfianza y pensemos que nunca van a irse.
Pero si se van a ir, porque no forman parte de nosotros. Nuestros fantasmas, nuestros miedos, son quienes determinan nuestras limitaciones, y sin ellos, se materializa lo ilimitado de nuestras capacidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario